Me siento en el sofá de la buhardilla, con un capuccino caliente en una mano y un cigarro en la otra, justo debajo de las velux. De repente, mientras yo estaba ocupada pensando, se escucha el choque de una gota en el cristal, y luego otra, y luego otra... Miro hacia arriba y no hay cielo, es totalmente blanco, típico de esos días que sabes que acabará lloviendo a mares.
Puede ser que mi día vaya acorde con el cielo, con el tiempo... Sabes que va a llover porque no es un cielo normal, pero no hay nubes grises que lo manifiesten claramente.
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