Tú eras el cacique y yo la coca-cola, hasta que el par de hielos aguó nuestra mezcla. Tu eras el principito y yo el zorro al que domesticabas, hasta que la rosa murió de pena. Tú me escupías sonrisas y yo absorbía su energía, hasta que la lluvia mojó nuestro hilo conductor.
Y cada día recuerdo cada momento de cada hora de cada pedacito de felicidad que sentía. Y por fin llego hoy, si, hoy. El día que terminé de leer nuestro libro de recuerdos, el día que ni una mirada conseguía removerme por dentro, el primer día del resto de mi vida. Dije siempre, y siempre seguirá siendo siempre, pero tal vez, el siempre de una vida en la que aun no nos hemos reencarnado.
martes, 7 de junio de 2011
El primer día del resto de mi vida.
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